Quería convertirme en la escaladora más veterana en subir el K-2 y en la primera persona que lo hacía tras superar el cáncer. No pudo ser, pero a cambio he batido el récord mundial de altura con COVID, pasándolo en el Campo 2 del K-2 a 6700 metros sobre el nivel del mar. O le sacamos un poco de humor a la vida o la vida nos saca de quicio.
Ya he vuelto a Islamabad y mi cabeza ya está en “modo avión”. Esta aventura se acaba y otras asoman ya en el horizonte. Mi cuerpo se recupera a buen ritmo y a mi moral no le quedarán más que un par de cicatrices de ésas que atesoro casi con tanto cariño como los propios éxitos deportivos.
Quiero y debo dar las gracias a tantas personas que soñaron conmigo y apostaron por esta expedición. Gracias a todos y todas los que habéis estado pendientes de mis andanzas y que tantas muestras de apoyo y cariño me enviasteis. Gracias a mi familia y en especial a Noemí, cuyo trabajo logístico siempre me saca de mil apuros, y a Javier, cuya infinita comprensión y sabios consejos siempre me acompañan. Guardaré también gratitud eterna a mi sherpa Mikel, un fenómeno, una garantía, que veló siempre por mi seguridad. Gracias también a Mariví, Charo, Mariajo y Cristina por compartir este viaje y una parte importante del camino allá en el indómito Karakórum. Muchísimas gracias a la productora Supersonik que vio el potencial de mi expedición al K-2 y puso todos los medios para lo que sin duda será un fantástico documental de esta aventura. Un beso grande y todo mi cariño al equipo del Reto Pelayo Vida, gente fantástica que estuvo pendiente de esta aventura. Gracias también a los medios de comunicación que siguieron esta aventura e informaron de nuestras peripecias en el Himalaya. Y un saludo muy especial y un compromiso de eterna amistad para Luis Soriano, fabuloso compañero de fatigas e increíble talento para destilar a través del objetivo de su cámara la grandiosidad de estos escenarios.
A todos y todas os emplazo para próximas aventuras. La vida sigue; ni se conquista el cielo con una cumbre ni se acaba nada con una retirada. Otros desafíos, quién sabe en qué rincones del ancho mundo, nos reclamarán… y allá que iremos, faltaría más.
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